LA NEGRURA DE UN VIERNES

La sensación de aborregamiento me llega después de haber estado tentada a comprar "algo" con el descuento de este viernes negro. Hace un tiempo me llegó (no recuerdo de quién ni de dónde) una manera genial para no caer en la trampa del consumismo descontrolado. Es sólo una pregunta: "¿Qué pasa si no te lo compras?". Si la respuesta es: "Nada", ya estás salvad@. Bien, por lo menos serás un consumista consciente de la inutilidad de tu compra. Hoy, viernes negro, la pregunta y la respuesta me han ahorrado unos euritos, que buena falta me hacen para productos de verdadera necesidad. Pero no solo éso, sino que he podido identificarme con todas las personas conscientes que hoy han salido a la calle a denunciar la tomadura de pelo.

Todos queremos ahorrarnos unos euros, pero en campañas como ésta y como tantas otras -en el súper me hacen descuento no por lo que yo quiero comprar, sino por lo que a ellos les conviene que compre, y éso, cada día del año- vamos a golpe de pito, como marionetas manejadas por los hilos de un capitalismo salvaje, pero con cara simpática.

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