UNA CRÓNICA: EL MERCADILLO DE GAVÀ


El tema del mercadillo de Gavà es, desde hace mucho (exactamente desde el cambio de ubicación de la Plaza Catalunya a la Plaza Francesc Macià) algo así como una alergia que nuestra ciudad ha contraído y que como alguien castizo diría... ¡no se cura con ná!. Y es que tras las "flamantes" medidas que el consistorio ha tomado para "revitalizarlo", el resultado no puede ser más deprimente: De las 90 paradas nuevas que importaron quedan unas pocas que miran el futuro con desesperanza, pues el público no ha aumentado al aumentar el mercadillo. Los antiguos paradistas, desperdigados entre las dos calles que no tienen continuidad, me explican ya sin fuerzas para tanto cabreo que no venden ni la mitad de lo que vendían, y muchos ya piensan en plegar velas.... ¿Qué es lo que pasa?

1- Los grupos humanos no son tan controlables como puede creerse, sobre todo cuando quien diseña sus movimientos no son expertos ni en sociología ni en las características del grupo en concreto. En el caso que nos ocupa creo que el mal arranca de la ligereza con que se actuó en aquel traslado drástico, del cual recuerdo las manifestaciones de los paradistas, las concentraciones ante el ayuntamiento, la negativa del entonces alcalde sr. Pestaña a recibirles, el corte de la vía del tren, las persecuciones policiales y apaleo de algunos paradistas.

2- Los mercadillos ambulantes no se distinguen por la unión de sus integrantes, por diferentes causas, entre las que destacan las diferencias de nivel cultural, la inestabilidad de la ubicación de las paradas y de los lugares en que coinciden, lo que impide la consodilación del grupo como grupo. También la fuerte competitividad que se crea entre paradistas con el mismo artículo y que pocas veces el consistorio tiene en cuenta a la hora de ubicar cada tipo de mercancía (aparecen paradas con el mismo artículo una al lado o enfrente de la otra).

Toda esa falta de unión como grupo dificulta una buena defensa de sus intereses, lo cual es un buen argumento para que las autoridades encargadas de gestionarlos se desentiendan, dictando las decisiones a dedo. En Gavà el Ayuntamiento ha intentado solucionarlo buscando un intermediario: El Gremio d'Encantistes i Marxants de Barcelona. Resultado, según me han informado amigos paradistas: peor que si no tuvieran representantes, pues no solo no les representan porque no cuentan con ellos, sino que ni siquiera les informan de lo que ellos sí saben -porque tienen reuniones con el Ayuntamiento- de lo que se pretende hacer. Todo el movivmiento último ha ocurrido sin ninguna noticia para los implicados: "Llegamos un día y nos dicen: ahí ya no se pueden poner, tiene que irse allà. -¿Y mis compañeros? -No lo se, yo soy un mandado." Los mandados son la policía municipal, o los responsables del Gremio.

Como punto final y como persona sensibilizada ante los conflictos humanos -y éste está claro que lo es- me gustaría hacer alguna sugerencia a éste nuestro Ayuntamiento para que no se repitan afecciones alérgicas y crónicas en nuestro cuerpo social:

- Antes de promover cualquier cambio que implique la vida de tantas personas, siéntense en una mesa con expertos en el tema y con un número suficiente de los directamente implicados, no solo de los representantes de un gremio que no ha sido elegido por los integrantes de ese grupo en concreto. Después de dialogar suficientemente y llegar a algún tipo de acuero, manden ustedes información de lo acordado a todos los implicados, con una encuesta sobre su opinión al respecto y/o posibles alternativas.

- Vuelvan a reunirse, todas las veces que haga falta, hasta llegar a un consenso, en que la mayoría esté de acuerdo.

Parece de cajón, ¿no?, más para un gobierno que se llama democrático, pero ya ven ustedes, cuando las cosas son complicadas se actúa por la vía rápida, caiga quien caiga.

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