¿Os acordáis de los capullos que estaban naciendo pese a la contaminación con la que cada día amanecemos? Me refiero a los virus de corrupción que llegan a nosotros a través de los diarios, de la radio, de la tele. No recuerdo tantos infectados a la vez, todos trajeados y con nombres "honorables". Pero hoy no quiero hablar de ellos, de esos ladrones sin vergüenza, sino de aquellos capullitos que crecían en mi balcón. A ellos no les ha llegado el hedor a podrido, han abierto sus pétalos creo que para demostrarme que en el mundo sigue existiendo la belleza, la verdad. Os regalo sus imágenes en un intento de atrapar lo imposible. El tiempo las deshojará, pero ahí radica precisamente su verdad. Los ladrones posiblemente querían escapar de esa verdad rellenando sus cuerpos y sus almas de oro. No han entendido nada.
Comentarios
Publicar un comentario