OTOÑO CALIENTE

¡Qué bochorno!, hace un calor pegajoso, poco apropiado para el Otoño, pero no es solo su cálida temperatura la que nos sofoca, sino la vergüenza que estos días nos está provocando el cinismo de ciertos personajes que, bajo traje, corbata y coche caros sobornan, compran, chantajean, en definitiva roban a dios y su madre, si ellos y sus "colaboradores" se empeñan. Sí, hablo de los casos de corrupción que cada día se destapan y especialmente de Millet, ése que nos ha dolido especialmente a los catalanes.

Cuando son descubiertos lo niegan todo o parte del atraco, llaman a sus "colaboradores" para que, si ellos no han sido descubiertos aún, les defiendan, les jaleen, les encumbren aún más. Y lo curioso del caso, de los casos, es que muchos que no han tomado parte en el botín también los defienden, les felicitan, les aprueban. Parecen querer decirles: ¡Bravo, muchachos, yo seré un pobre desgraciado que casi no llega a fín de mes, pero mientras haya "espabilados" como tú, no me sentiré tan miserable. Ojalá yo pudiera hacerlo.


Mientras, en mi balcón están naciendo rosas, jazmines, nuevas hojas y nuevas flores que mantienen la promesa de la vida y de la belleza. Aún después de desesperar porque creía muerto el rosal, porque el jazminero estaba parado, porque el aloe se arrugaba.




También estos días salen a la luz pública personas que hablan de la esperanza de que no todo el mundo es igual, que hemos de mirar hacia delante. Y tienen razón, como la tienen los capullos en su desarrollo, pero mira tú que hace calor, bochorno, vergüenza ajena y propia de tanto desaguisado, y que necesitamos tiempo para ir metabolizándolo. Yo les pediría a esos bienintencionados que no nos quieran hacer olvidar lo sucedido, que no teman, que los capullos seguirán creciendo y las hojas se alzarán hermosas, pero ahora, ¡Hace demasiado bochorno!

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